Admiro, el destello de tus ojos
la fragancia de tu voz
y lo fresco de tus manos
cada vez que digo adiós.
Admiro, lo sencillo pero hermoso
de tus pasos al andar
que dejaron en el fondo
de mi alma, el caminar,
y por ello, sigo el paso
de tus huellas en mi ser
sin pensar, no hago caso
porque sueño sin querer.
Paraíso, porque no podré llamar
de otra forma el eterno
admirable e inmortal
que acabó con el invierno,
sueño vivo y real.
A las olas de los cielos
y a las manos del coral
quise darles como premios
las estrellas en el mar,
pero supe que eran sueños
porque no podré tomar
con mis manos los anhelos
y los sueños por amar.
Y al precioso desvarío
que surgió por ver andar
en mi alma tu cariño
que no supe controlar
le doy gracias porque tengo
hasta el fondo de mi ser
lo que llamo el eterno
paraíso del querer.
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