Intenso toque del
ayer,
huella plasmada en
minúsculas grietas,
suaves pinceladas que
delinean una flor,
pétalos rasgados con
espinas sedientas,
de las múltiples gotas
de tus lágrimas,
que secaste con la
seda de ternura,
suavidad incomparable,
en tus manos, un
tesoro fascinante,
de caricias, de
hermosura.
Rocas punzantes del
camino,
escarpadas veredas
limitaron tu andar,
unos pasos que
cedieron ante el tiempo,
presurosos fueron una
vez,
más si de amor se
trata,
andarán como antes, lo
sé.
Y en el misterio que
encierran,
las perlas preciosas
del mar,
océano firme cargado
de amor,
tus ojos, cual tesoro,
¡Madre Bendita!,
mirarán siempre,
mirarán con pasión,
con el brote radiante
de hermosura,
consumirán el llanto,
y con tierno cariño,
alumbrarán como sol.
Tus manos, tus ojos,
tus pies,
indescriptibles
figuras,
innombrable sensación,
huellas plasmadas en
vida,
que formaron ¡Madre
Mía!,
un retrato del alma,
tu retrato de amor.
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